En Blanco.
Una imagen que duele en la matriz eterna de la grave-edad y yo sin querer apuñalo con bravura la interna herida llamando a Magdalena, fundiendo el paisaje con el pasado, los mismos adoquines pero caminos bizarros que olvidan el mar confinados de recuerdos sacados de una elegía.
Alguien no era yo.
Pero yo si sé quien eras tú.
(y en realidad quien sabe que mierda fuimos los dos)
Lloran manos por no sujetar las cuerdas que aun quedaban libres de efugios contemplados en la ironía del comenzar un nuevo día en la búsqueda de nuevas palabras ilógicas e impertinentes.
No me queda otra salida.
Con ganas de vomitar ideas ficticias, sueños que jamás serán si no en una dramática escena.
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