Había comenzado un día algo gris, fue entonces mientras corría el tiempo los nervios se tomaban mi cuerpo poco a poco, primero por el cuello hasta bajar por cada vertebra sin dejar incólume algún rincón secular.
Estaba esperándo locomoción para volver a casa, sistematizada por la cotidaneidad vertida en esta acción, cuando la ví pasar sin imaginar lo que ocurriría más adelante.
Ella era Carmina, una mujer joven de la cual me había enamorado hace años atrás, tiempo viejo sepultado en la memoria, no por eso falto de lucidez cuando pronuncié su nombre casi sin voz traicionada por los nervios que seguían atormentando mis sentidos (como si hubieran sabido lo que pronto pasaría).
- ¿Me recuerdas, Carmina? Dije luego de tocar su desnudo hombro para invitarla a que volteara su rostro.
-
- Perdona, pero mi memoria es frágil, al igual que yo, creo... creo que no soy la persona que piensas, de seguro se fue a caminar para no volver jamás. ¿Sabes? Yo la conocí, y fue bella antes que la dañaran tanto y la dejaran vacía entre tanta mierda.
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