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miércoles, 28 de octubre de 2009





Primera visión.

Sentada en la escalera de aquella facultad de música, su cabello rojizo acaudalado bajaba lento por su fino cuello mientras su cabeza se movía al son de la melodía de aquel instrumento.

Su mirada asciende y sus ojos clavados en los míos cual aparición sagrada impuesta de un segundo a otro. No pestañea, como si aquel acto significara la desaparición de mi imagen. Nerviosa yo corro la mirada, no acostumbro a tal tipo de osadía.


Segunda Visión.

Sentada en la escalera de aquella facultad de música, su cabello ruborizado, alzado y enmarañado como una bola de lana, algunos cabellos recorren sus mejillas y brincan mientras ella habla entusiasmada. Su mirada asciende y no deja que mis ojos escapen de los suyos, esta vez sin dejar de mirar le dice algo al oido a quien la acompaña. Aprovecho aquel instante para disimular mi paso acelerado y escapar de tal incómoda situación. Me pregunto como se llamará aquella mujer que mira y me mira sin cerrar los ojos.


Tercera Visión.

Sentada en la escalera de aquella facultad de música, su cabello terracota,aprisionado por dos trenzas que bajan y oscilan hasta llegar a su cintura, las cuales han sido detenidas por lana color rosa y gris. Su mirada asciende, después de haber estado detenida en el asfalto por largos segundos, quizá buscando alguna respuesta o más bien preguntas como me daría cuenta minutos después, me mira como si fuera una aparición divina, como si mi cuerpo desprendiera luces de variados y lúdicos colores, lo que le hace mirar con una constancia fluvial.
- Perdona, dice antes de que diera un paso más y evitar aquel inesperado encuentro- te he visto días atrás y es como si cuando miro a tus ojos pudiera llegar más allá ...
Sin responder nada la miro por tal magna sorpresa y sin aguantar más me pongo a reir por el absurdo de su pensar.
- ¡Oye no te rías mala! ¿ Sabes cuántas horas de reflexión me llevó ordenar aquella frase?
La noche e n t e r a y no precisamente para que te burlaras!
- ¡Es que no es burla mujer!
- ¿ Entonces qué?
- Era evidente que alguna de las dos se atrevería a hablar, pero no pensé que lo hicieras tan rápido.
- Soy ansiosa. Me llamo Victoria ¿y tú?
- Martina - respondí sonrojada por aquella encrucijada. Entonces al ver una sonrisa esbozada en sus labios aproveché la opotunidad de acelerar el paso y escapar de aquellas miradas sin escrúpulo alguno.

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El lobo.

El lobo.