Alicia era la mujer más bella. Tenía una mirada femenina, pero profundamente penetrante. Su sonrisa llena de luz. Se sabía de algunos hombres que se desvivían por ella, hasta por su recuerdo. Así de profunda era su huella. Yo la tuve. Una vez, fue mía."Se queda pensativo. Mira a su alrededor y se pregunta de dónde vendrá todo ese humo que lo rodea-Serán mis pensamientos nublados?. Toma un vaso vacío y hace como si de sus dedos colgara un cigarro."Ella no huye. No le teme a nada. Sigue conmigo, a pesar de que ya no me ama. Y lo sé, lo sé hace mucho tiempo. Pero cómo aceptar perderla. No! Me rehúso. Moriré con ella si es necesario, yo sé que ella se dejaría morir por mis manos. Es un misterio, el que no se vaya, el que no me deje. Nunca me habla, pero vuelve todos los días al pequeño hueco de lo que solía ser nuestra cama. Y es tan amarga. Vaga por las calles con diferentes hombres, la he visto besarse en el callejón de enfrente. Es lo más cerca que he estado de ver su cuerpo en el último tiempo. Una mano gruesa tocándole su muslo alzado. Ah, Alicia, cuando esos muslos solían pertenecerme, y yo me deshacía mordiéndolos, lamiéndolos hasta no dejar ninguna superficie sin mi saliva. Y ahora, otras manos te besan, otros labios te suspiran. Te ataría a la puerta, te azotaría por cada silencio. Sé que no serviría de nada, nada que haga te hace reaccionar. Mi presencia has logrado ignorarla demasiado bien. Ya no recuerdo bien cual es el sentido de todo esto. Cada día me encuentro más enajenado de mi."
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